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Olvidar para recordar, olvidar para aprender

“Mi memoria es como vaciadero de basuras.” Funes el memorioso. Borges, 1944.

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«Funes el memorioso» es un cuento de Borges sobre un hombre capaz de recordar con cristalina precisión tanto lo que percibe a través de los sentidos como lo que imagina. Qué terrible carga cognitiva y emocional… En palabras de Borges, a Ireneo Funes “no solo le costaba comprender que el símbolo genérico ‘perro’ abarcara tantos individuos dispares de diversos tamaños y diversa forma; le molestaba que el perro de las tres y catorce (visto de perfil) tuviera el mismo nombre que el perro de las tres y cuarto (visto de frente).”

Funes vivía en una constante e insoportable infoxicación. Era incapaz de olvidar para aprender cosas nuevas, lo cual es sencillamente insoportable para el cerebro humano. De forma impecable, Borges lo resume en una sola frase:

Pensar es olvidar diferencias, es generalizar, abstraer. En el abarrotado mundo de Funes no había sino detalles, casi inmediatos.

Casi 70 años después, la investigadora Javiera Oyarzún, responsable del estudio publicado en 2017 en la revista científica Journal of Neuroscience, coincide con Borges:

“Sería ineficiente si pudiéramos recordar todo (…) Cada vez que la mente quisiera recuperar información concreta, tendría que inhibir todos los recuerdos irrelevantes, el ruido”.

Mientras dormimos nuestro cerebro se ocupa de archivar o eliminar recuerdos, de tal modo que algunos se pierden irremediablemente, y otros se quedan “en la biblioteca” a la espera de ser reactivados en el futuro, asociando al recuerdo un estímulo sensorial (que suele ser un olor o un sonido). Es por esto que al oler a pan recién hecho o escuchar una canción determinada recuperemos de repente recuerdos de nuestra infancia o juventud. Este proceso de borrado, archivo y reciclaje es explicado de forma gráfica y maravillosa en la película de animación de Disney de 2015 “Inside Out”.

«EL DRAMA DEL OLVIDO» EN UN CONTEXTO EMPRESARIAL
Las compañías invierten cada año presupuestos importantes en formar a sus profesionales en contenidos que necesitan para saber hacer bien su trabajo. Sin embargo, ¿por qué olvidamos al poco tiempo de aprender lo que nos han enseñado? ¿Por qué año tras año los empleados vuelven a solicitar el ya clásico curso de Excel, o es tan difícil conseguir que asistan a las clases presenciales de inglés? Si es importante para hacer nuestro trabajo bien, ¿por qué no recordamos esos temas imprescindibles con más precisión?

En cualquier caso, dado que según las investigaciones olvidar no tiene por qué ser un drama, ¿qué podemos hacer para ampliar nuestra capacidad de almacenamiento de “archivos de información útiles”, así como nuestro sistema de recuperación de “back ups”?

CÓMO APRENDER A OLVIDAR MÁS LENTAMENTE
La curva del olvido representa gráficamente la pérdida de retentiva según pasa el tiempo. En la velocidad del olvido entran en juego tres factores, que son la retentiva, la intensidad relativa del recurso, y el tiempo (en decrecimiento exponencial). Olvidamos más rápidamente en función de factores como la dificultad de la materia, cómo la representamos y ciertos factores fisiológicos como el estrés y el sueño.

Las técnicas y reglas para ralentizar el olvido se pueden incluir en dos grandes tipos:

  • El primero consiste en mejorar las representaciones mentales. El ejemplo más conocido es el de las reglas mnemotécnicas.
  • El segundo trata del repaso basado en intentos activos y conscientes para recordar la materia. Un ejemplo sería el del repaso espaciado, una técnica de aprendizaje especialmente efectiva en el aprendizaje de idiomas. En este link hay varias aplicaciones y programas que nos pueden ayudar a repasar de forma inteligente.

LA TECNOLOGÍA NOS AYUDA A RECORDAR

“El hombre aumentado” no es un personaje de ciencia ficción. Desde hace años la mayoría de las personas lo somos. Tenemos smartphones con conexión a Internet que actúan como extensiones de nuestra memoria. Disponemos de GPS que nos indican cómo llegar y en cuánto tiempo a donde queremos, previendo y evitando posibles atascos o complicaciones. Nuestra memoria a corto plazo retiene menos información porque nuestro cerebro ha aprendido que si queremos saber algo podemos preguntárselo a Siri o a Google.

Sin embargo, precisamente a través de la tecnología podemos obtener estímulos constantes y útiles que nos ayuden a evitar olvidar lo que vamos aprendiendo. La gamificación combinada con el aprendizaje por repetición/repaso espaciado puede ser una combinación inmejorable para ello.

Algunos métodos para ayudar a la memoria retener a corto plazo pueden ser los siguientes (aunque no se pase con ellos a un plano cognitivo más profundo):

  • Hacer llegar a los profesionales flashcards con preguntas sobre la materia a recordar, o bien mensajes breves con tips o recordatorios. Esta “lluvia fina”, combinada con comunidades donde encontrar información y compartir experiencias, puede ser muy efectiva a corto y medio plazo.
  • Programar retos con preguntas y respuestas que sirvan para estimular a las personas, de modo que se esfuercen en retener lo aprendido. En este caso los P.E.T. (puntos, insignias y rankings) de la gamificación son más que suficientes para estimular el aprendizaje por repetición.
  • Utilizar beacons o balizas que envíen a través de notificaciones push a los móviles de los empleados recordatorios con información breve cada vez que pasen por determinadas zonas (por ejemplo, al pasar cerca de un extintor, recodando cómo se usa en caso de emergencia).
  • Utilizar los salvapantallas de los portátiles como medio de hacer llegar mensajes breves y directos.

APRENDO, MEMORIZO, OLVIDO

En los ejemplos citados hay tres elementos comunes: la brevedad, la ubicuidad y la aplicación inmediata en un contexto. Sin embargo, de nada sirven estos “impactos de recuerdo” si el receptor no los recepciona de forma consciente. Dicho de otro modo, sabe lo que son y para qué le llegan.

En su interesante charla en el Tedx de Madrid celebrado en septiembre de 2007 en El Matadero, el neurocientífico Richard Morris insistió en la importancia de olvidar para aprender, así como nuestra responsabilidad en el ejercicio y entrenamiento de nuestra memoria.

Recordar
Richard Morris

Como investigador en el campo de la neurobiología de la cognición, concretamente en el rol de la plasticidad neuronal en la formación de la memoria, Morris defiende la capacidad del adulto para aprender nuevas habilidades, establecer nuevas memorias y responder a las adversidades del medio.

Algunas de las conclusiones más interesantes de los estudios de Morris y otros investigadores son los siguientes (citamos literalmente):

  • “El aprendizaje y la memoria son dos procesos íntimamente relacionados, imposibles de separar.”
  • “Los mecanismos neuronales implicados en el aprendizaje, adquisición y consolidación de la memoria no se conocen aún del todo y todavía tenemos mucho por descubrir.”

Nos quedamos con la cita más optimista:

En los seres humanos, los mecanismos más importantes a través de los cuales el medio altera la conducta son el aprendizaje y la memoria. Somos lo que somos por lo que aprendemos y lo que recordamos.

EN RESUMEN
Aunque aún haya mucho que descubrir en el campo del olvido y el recuerdo, parece clave mantener estimulada nuestra memoria con juegos y pequeños “rituales”. Del mismo modo, no perder nuestra capacidad de sorprendernos, asustarnos, divertirnos o emocionarnos ayudará a olvidar lo prescindible, y recordar un poco más de lo que necesitamos.

PARA SABER MÁS: 

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