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WhatsApprendizaje telegramático: ¿Es posible?

Promedio de tiempo diario dedicado a usar internet a través de cualquier dispositivo: 5h 20m. Datos del informe "Digital in" de Hootsuite sobre usuarios españoles, enero 2018.

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Whatsappear no entiende de edad. Cualquier persona, independientemente de cuántos años tenga, de su cultura o nivel socioeconómico sabe mandar un WhatsApp, un Telegram o un Facebook Messenger, crear un grupo de amigos o familiares, grabar mensajes de voz o vídeo e incluso enviar fotos con stickers.

Mandar mensajes de texto o de voz breves se ha convertido en un básico de la comunicación humana: que se caiga WhatsApp puede ser para millones de personas una catástrofe de proporciones bíblicas.

LAS CIFRAS LO CORROBORAN

Según el interesante informe “Digital en 2018” presentado por Hootsuite en enero de este año, los españoles pasan a diario casi 5,5 horas online, de las cuales más de 100 minutos se dedican a las redes sociales, siendo WhatsApp y YouTube las aplicaciones preferidas (73% del tiempo). Nos parapetamos detrás del móvil y aprovechamos para mandar mensajes en el ascensor, mientras caminamos por la calle, esperando en la cola del médico o en la del supermercado.

Incluso mientras interactuamos con otras personas a las que atendemos o nos atienden, no podemos evitar mirar el móvil si vibra o emite algún sonido que delate que hemos recibido una notificación. Ha pasado de ser una falta de respeto o de educación a algo socialmente aceptado: si la mayoría de las personas de nuestro entorno lo hacen, ¿por qué no nosotros? La nomofobia es esa dependencia que nos obliga a volver a casa si olvidamos el móvil, a buscar desesperadamente un enchufe o un cargador si la batería está baja y a conectarnos a wifis abiertas (aun a riesgo de la seguridad de nuestros datos) si viajamos al extranjero.

La dependencia respecto al uso del móvil, unida a la nueva manera de dialogar, se refleja en nuestra capacidad para mantener la atención durante un tiempo prolongado.

Si cuando estamos con amigos o pareja en una cena interesante es habitual sentir la tentación de mirar el móvil “por si acaso”, ¿qué tiene de extraño que lo hagamos mientras estamos en una conferencia, una charla o un curso, por muy interesante que sea?

MICROCONVERSACIONES

Esta forma de comunicarnos a través de “microconversaciones” síncronas o asíncronas tiene un impacto directo en cómo cambia nuestra manera de leer, escuchar, entender y dialogar. Somos más directos, menos empáticos. Prevalece la rapidez en la respuesta (no tener esperando al otro) antes que la reflexión sobre lo que escribimos o cómo lo hacemos.

Leer o escuchar micromensajes de forma constante (frases breves y directas) puede llegar a tener una repercusión en la capacidad de comprensión y desarrollo de argumentos complejos o sofisticados. La “neolengua” de la novela “1984” de George Orwell era precisamente uno de los instrumentos que el partido usaba para controlar a la masa. Así, para evitar que la población reivindicase por ejemplo «la libertad» se limitaban los significados no deseados de la palabra: no se aspira a lo que no se comprende.

Del mismo modo, hablar o escribir usando “palabras comodín” como “cosa”, “tema”, “movida” o “asunto” denota pobreza de lenguaje y por tanto de pensamiento, al no saber emplear la palabra precisa y adecuada para cada contexto.

Las abreviaturas y los emoticonos –tan usados en las herramientas de mensajería instantánea- representan de forma gráfica y contextual emociones, conceptos o pensamientos que pueden quedar a la interpretación del receptor. Según una tesis de 2017 sobre el uso, difusión e impacto de los emoticonos y emojis, los emoticonos de WhatsApp “se utilizan para gestionar la conversación (por ejemplo, cuando cedemos el turno al interlocutor), o para aumentar la cortesía expresada verbalmente (enfatizando agradecimientos o en secuencias de cierre). No obstante, raramente vehiculan contenidos emocionales y normalmente no se usan para sustituir palabras, sino que son más bien un añadido a mensajes cuyo contenido se expresa principalmente de forma verbal.”

Para otros autores, precisamente esta síntesis supone una limitación del pensamiento. En cualquier caso, es una manera de comunicación característica de los millennials y generación Z que parece que tiene unos años de continuidad (al menos hasta que tome el relevo la voz como medio de comunicación natural con personas y máquinas).

REAPRENDER A LEER Y ESCRIBIR CUANDO SOMOS ADULTOS

Una de las primeras capacidades que se aprende en la infancia es la de leer y escribir. Sin embargo, saber leer no significa que se comprenda lo que se está leyendo. La comprensión lectora se desarrolla especialmente en los años universitarios, y para adquirir pericia es necesario, como en cualquier otro campo, practicar a diario leyendo textos largos y completos y reflexionando sobre lo que hemos entendido de ellos.

Dejar el hábito de la lectura después de terminar los estudios “oxida” nuestra capacidad lectora. Y si únicamente leemos a través del móvil, saltando de una página a otra, leyendo en diagonal las noticias de los periódicos o los muros de las redes sociales, el problema se agrava.

SACANDO PARTIDO DE LOS HECHOS

Hace algunos años, la mayoría de los cursos o talleres de formación en el ámbito corporativo (y académico) se reducía a pasar diapositivas de PowerPoint intercaladas con algunos recursos multimedia y ejercicios/test. Afortunadamente, poco a poco fueron irrumpiendo otras metodologías con las que captar y mantener la atención de los asistentes, convirtiéndoles en participantes. En la actualidad esto ya no es suficiente, y en no pocas ocasiones la atención se desvía paulatina pero inexorablemente desde el mundo físico a ese maravilloso reclamo de atención que es el Smartphone. Una opción es buscar “metodologías de impacto” (como el tan de moda “firewalking“, también conocido como “caminar sobre las brasas”) pero, ¿qué más se puede hacer?

Parce que está claro que a las personas les gusta escribir y recibir respuestas rápidas. Los clásicos foros y chats de las comunidades de aprendizaje ya no son suficientes. Cada vez más frecuente que la gente comparta número de teléfono y se comunique por mensajería instantánea al poco tiempo de conocerse.

Siendo así, cabe pensar en buscar herramientas que “vivan” en esos canales preferidos por la gente. Los chatbots pueden ser una solución a valorar, ya que ofrecen respuestas rápidas a dudas concretas que puedan tener los usuarios, comunicándose con las personas como si fueran un contacto más de WhatsApp, Telegram, Messenger o Skype personal o corporativo.

EN CONCLUSIÓN

Las tecnologías son un aliado si se entienden sus características y cómo las personas las usan. La comunicación a través de mensajería instantánea refleja el gusto de las personas por relacionarse de forma directa en un mundo que se mueve cada vez más rápido, y en el que necesitamos estar en varios sitios a la vez. Algunos expertos sostienen que el concepto de “multi-tarea” no existe, y que solo se pueden compaginar entre sí dos o más tareas que no entren en conflicto a nivel cognitivo, es decir, que una sea intelectual y la/s otra/s mecánica/s o automática/s. Por ejemplo, escuchar un podcast mientras hacemos ejercicio, o construir un barquito de papel mientras atendemos a una conferencia por Skype. Sea como fuere, si WhatsApp, Telegram, Messenger o Skype son tan preferidos y queridos por millones de personas, es interesante indagar cómo utilizarlos para llevar nuestro mensaje (ya sea comercial o de formación).

PARA SABER MÁS:

Foto de portada by Jacob Ufkes on Unsplash.

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