Cierra los ojos y piensa en el metaverso. ¿Qué color aparece en tu mente asociado al concepto de metaverso? Sin duda, el morado. Portadas de libros, cabeceras de podcast o videos o post como este te devuelven el color morado por doquier. Una búsqueda rápida en Google confirma la hipótesis con hechos: imágenes moradas, violetas y púrpura saturan la pantalla. Tanto es así que el color del año 2022 es el PANTONE 17-3938 Very Peri, “un símbolo del espíritu de la época global del momento y la transición por la que estamos pasando” y que «ilustra la fusión de la vida moderna y cómo las tendencias de color en el mundo digital se manifiestan en el mundo físico y viceversa”.

En su libro “Metaversos, la gran revolución inmersiva”, Óscar Peña explica la intención de Pantone de utilizar Very Peri para la creación de complementos para avatares de diferentes metaversos, así como para la creación de NFTs o bienes fungibles que tengan su correspondiente materialización en el mundo real. Peña también habla del acuerdo de Pantone con Microsoft para que Very Peri sea el color que tiña Mesh, la nueva y revolucionaria versión de Teams, así como AltspaceVR, recientemente adquirida por el gigante tecnológico y su gran apuesta para introducirse en el mundo de la realidad mixta dinámica para crear eventos virtuales. Incluso será el color de los míticos fondos de Windows, un tema específico para Microsoft Edge y una plantilla para PowerPoint, según detalla Óscar Peña.

Hasta aquí vemos que el morado está y seguirá estando por todas partes, pero… ¿cómo se ha llegado a ese color desde el verde Matrix o del azul Avatar? Insistimos: ¿Por qué el metaverso es morado? Siendo la intención de Pantone con Very Peri crear un color que conjugue lo físico con lo virtual, el morado surgiría de la mezcla del rojo, asociado según la psicología del color a la tierra, con el azul, representativo del aire y lo divino. El morado o púrpura era el color reservado a los magistrados romanos y, después, a los gobernantes bizantinos y a los obispos católicos, al ser un tinte de obtención costosa y larga y con un gran poder simbólico.
Más recientemente, ha sido el color escogido por los movimientos reivindicativos como las sufragistas del siglo XX, de músicos contraculturales como Jimmy Hendrix en su canción “Purple Haze”, por la banda “Deep Purple” y, por supuesto, aparece en la canción y álbum “Purple Rain” del artista antes conocido como Prince, reivindicando la protesta contra el apartheid en Sudáfrica de 1989 durante la cual la policía roció con un cañón de agua con tinte violeta a miles de manifestantes.
Pero además es que el púrpura, morado o violeta es el color de las luces de neón características del ciberpunk, subgénero de la ciencia ficción que refleja visiones distópicas del futuro en las que la tecnología más avanzada provoca una alienación y cuestionamiento profundo del sentido de la vida e incluso de lo que significa “ser humano” (debate, por otro lado, de rabiosa actualidad a la luz de los decididos avances en el campo creativo y emocional de las inteligencias artificiales).
La estética futurista bebe sin duda de la obra de William Gibson, autor de la Trilogía del Sprawl (Neuromante, Conde Cero y Mona Lisa Acelerada) y de otras novelas imprescindibles para entender el concepto y estética de los metaversos, como son Johnny Mnemónic y Quemando Cromo.
“Sprawl” significa “ensanche”, y hace referencia a las megalópolis de un Tokio futurista tomado por las mafias y las megacorporaciones. Ciudades de rascacielos imposibles de acero y cromo, forrados de grandes paneles publicitarios en 3D con luces de neón moradas, azules y rojas parpadeando en una noche sin fin.

La primera experiencia de Keanu Reeves en los mundos virtuales no fue en Matrix, sino como Johnny Mnemonic en la película homónima de 1994, en la que ya podemos observar un metaverso de color morado, gafas de realidad virtual muy similares a las actuales e incluso el concepto de cadena de “hushes” de Blockchain como llave de desbloqueo de la información almacenada en el disco duro que es su cerebro ampliado artificialmente.

El morado sigue bañando la literatura que ha dado pie al nacimiento del concepto de metaverso: ya estaba en la portada de la edición de 1993 de la novela “Snow Crash” (1992) de Neal Stephenson, así como en la serie que no acaba de llegar sobre la novela en la que el color violeta y la estética futurista ciberpunk lo son todo.


Y el morado sigue inundando la pantalla: en películas como “Ready Player One” de Steven Spielberg de 2018, basada en la novela homónima de Ernest Cline de 2011, y que sorprende por la gran precisión con la que se representan el metaverso, así como múltiples usos generalizados de la realidad virtual, los trajes hápticos y los drones que todavía no han llegado (de hecho, para un recién llegado al metaverso es “sorprendente” la torpeza de los avatares y mundos virtuales pixelados de la actualidad respecto a las películas de ciencia ficción; lógicamente debido a que el render lo soporta todo, pero el Internet y las máquinas actuales, aún no).

Más morado nos llega a través de la estética de neón de la película “Color out of Space” (2019) de Richard Stanley, horror cósmico de H.P. Lovecraft con Nicolas Cage en estado puro.

También tenemos morado en Avatar 2 y 3, que han pasado del mítico azul de su primera parte al Very Peri sin concesiones.

De nuevo aparece el morado en el álbum conceptual “Simulation Theory” de Muse (2018), cuya portada ha sido diseñada por Kyle Lambert, responsable por cierto de la estética (también morada) de Stranger Things.

Y por citar un último ejemplo, el púrpura y el neón también inundan el videojuego Cyberpunk 2077, ambientado en la megalópolis Night City, y que incluso cuenta con un personaje metido en la cabeza del protagonista interpretado por Keanu Reeves, al que parecen entusiasmar los mundos virtuales y la ciencia ficción distópica.


Son solo algunos ejemplos de una lista interminable que confirma que el morado es el nuevo negro, y que seguirá saturando nuestras retinas en los próximos años, ya sea en el mundo real, en las pantallas de cine, móviles o portátiles y, por supuesto, en el metaverso.
Imagen de portada: Foto de Alexander Popov en Unsplash.