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Innovación en la educación: el futuro que viene

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Entrevistamos a Fernando Escribano Martín, doctor en Historia y Asesor en el Centro Territorial de Innovación y Formación Madrid Este (Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid). Una de sus responsabilidades es seleccionar y coordinar la oferta formativa que se ofrecerá a los profesionales de la docencia, con el fin de seguir mejorando sus habilidades y conocimientos en temas innovadores y de aplicación directa al aula. Mindfullnes en educación, Competencias digitales, Aprendizaje colaborativo o Gamificación aplicada al aula, son algunos de los interesantes scontenidos con los cuales los docentes se mantienen permanentemente actualizados.

Lateralia. Fernando, ¿cuáles son los contenidos más demandados por los profesores y maestros? ¿Dónde sienten que necesitan más formación para adelantarse a las exigencias de sus alumnos y padres?

Fernando Escribano (FE): Creo que estamos asistiendo a un cambio en la metodología pedagógica. Se habla mucho de ello y aparentemente no se está haciendo gran cosa, pero sin embargo hay muchas iniciativas a nivel de centro y del profesorado dentro del aula, que pretenden mejorar el modo de trabajo, hacer al alumno protagonista de su propio aprendizaje. En este sentido, los profesores reclaman cursos sobre metodologías activas, muchas veces en relación a las TIC.

L. La clase invertida, el aprendizaje basado en la resolución de problemas y la aplicación de los modelos de inteligencias múltiples son algunos de los conceptos llamados a revolucionar el modo en que se aprende y enseña en los centros educativos. En tu opinión, ¿cuáles son los principales impulsores o barreras para su implementación?

FE. En principio el profesor tiene libertad de cátedra y puede trabajar de un modo u otro, pero hacerlo por libre es muy complicado y, en cualquier caso, los resultados serían pobres, puntuales, y no creo que sea eso lo que se pretende. Desde la Administración o en la legislación no hay cortapisas, más bien al contrario, se anima a ello, está escrito… Los cambios metodológicos no son fáciles, requieren de formación, de tener un plan claro, contar con los medios necesarios e implicar a mucha gente, siquiera para que te dejen hacer. Es necesario, pues, un esfuerzo colectivo, un trabajo en equipo, y a partir de ahí formarse, planificar cómo vamos a implantar el nuevo modo de trabajo, conseguir los recursos y trabajar, trabajar mucho. Todo lo dicho da la impresión de dificultad, y es cierto, pero creo que merece la pena, las experiencias que conocemos son muy alentadoras, ofrecen resultados.

L. Cada vez se habla más de las competencias digitales del siglo XXI, y de cómo los niños y jóvenes demandan aprender de otros modos diferentes a los tradicionales. En su proyecto “Aprendizaje invisible”, Cristóbal Cobo y John Moravec hablan de formas de aprender disruptivas como el “Edupunk” (“háztelo tú mismo”) o la educación expandida. En estos modelos, saber buscar y filtrar información y trabajar colaborativamente son claves para “romper” los límites del aprendizaje unidireccional. ¿Cómo encaja esto con la realidad de las aulas, que en muchas ocasiones no disponen de los medios tecnológicos necesarios (portátiles, tabletas, wifi…)?

FE. Hay centros en los que puede haber dificultades técnicas, eso es cierto, y deberían suplirse, no son admisibles en el 2016. Independientemente de eso, las metodologías de las que hablas no necesariamente van de la mano de las TIC. Las TIC las favorecen y las facilitan, pero se puede trabajar de modo “disruptivo” con lo que tenemos, y no es conformarse. De hecho, estamos recuperando modos de trabajos que llamamos nuevos o rompedores, como si hubiésemos descubierto algo, y ya existían hace un siglo. La diferencia es que ahora los estamos aplicando con las TIC como herramienta, y parece que si no las tenemos no podemos cambiar el método. No es así, ni siquiera existe un modelo antiguo y otro nuevo, existen multitud de metodologías que tenemos que aplicar en función de las necesidades de nuestros alumnos y de nuestras propias posibilidades (y aquí metería medios técnicos, formación propia, y ganas del equipo con el que trabajamos, todo junto).

L. Según Francisco Mora, autor del libro “Neuroeducación”, “solo se puede aprender aquello que se ama”. Para que aceptemos un cambio, una situación distinta o cualquier otra circunstancia que nos saque de la rutina y nos obligue a aprender tenemos quesentir placer. ¿Puede ser la gamificación una metodología que ayude a generar la motivación intrínseca que impulse la corresponsabilidad en el aprendizaje de los alumnos?

FE. La gamificación como modo de trabajo en el aula es para mí un descubrimiento, no llego ni siquiera a aprendiz, pero he vislumbrado muchas posibilidades. Primero, y el verlo es parte de la habilidad de Eva Astorga, de Lateralia, la ponente que nos dio el curso en el CTIF, muchas veces trabajamos de forma gamificada sin saberlo, o sin darle ese nombre. Desde hace mucho, muchos docentes se están adaptando a la situación que tienen, y pretenden trabajar de un modo que sea atractivo para el alumno. Eso no significa facilitárselo hasta no hacer nada, ni rebajar el nivel, sino conseguir que el alumno se implique, busque, diseñe, comparta, muestre…. también juegue, compita incluso, pero como lo hace en el patio. Si conseguimos que el alumno quiera estar en el aula porque le apasiona lo que trabaja, de un modo similar a las ganas que todos tenemos de jugar y divertirnos, habremos ganado mucho.

He visto a profesores y maestros llegar antes de la hora al curso sobre gamificación, trabajar absolutamente involucrados en lo que se pedía, no querer irse o pedir más horas de formación en la metodología, y lo hacían, creo, por dos cosas, porque sabían que lo que aprendían serviría luego en el aula (a pesar del trabajo previo que deberían realizar) y porque se lo estaban pasando bien. Sí, la gamificación ayuda a generar esa motivación intrínseca de la que hablas.

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