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Trabajadores vs. Agentes del conocimiento

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El tradicional intercambio de horas de trabajo por un salario mensual tiene fecha de caducidad. Un reciente estudio realizado por el equipo de “Análisis de Impacto de Futuras Tecnologías” de la Universidad de Oxford pronostica que en torno a 2035 el 47% de los empleos que hoy realizan las personas serán reemplazados por máquinas. Surgirán nuevas profesiones y perfiles. Thomas Frey, director ejecutivo del DaVinci Institute, afirma que “para el año 2030, más de 2.000 millones de trabajos habrán desaparecido”.

En este contexto, la clave está en renovarse o morir como profesional. Ni siquiera los autónomos o freelances actuales quedarán fuera de esta regla, ya que cualquier persona debe convertirse en un “nómada de conocimiento” para seguir siendo empleable y requerido.

Según Raquel Roca, autora del libro “Knowmads. Los trabajadores del futuro”, en tan solo cinco años casi la mitad de la fuerza laboral será nómada del conocimiento. Se requerirán nuevas actitudes, conocimientos y habilidades, combinadas en competencias digitales y capacidades para encontrar respuestas proactivas y autónomas a las necesidades que se les planteen. Y por supuesto, las empresas tradicionales tendrán que adaptarse y reaccionar a estas circunstancias, pasando del concepto “retención” del talento al de “atracción y uso” del mismo.

Aunque parezca actual, el concepto de knowledge worker tiene más de medio siglo de antigüedad. Ya en 1959, Peter Drucker describió a estos “trabajadores del conocimiento” como agentes capaces de gestionar el conocimiento en su día a día. Para Alejandra E. Falco, “Un trabajador del conocimiento es aquel que posee un saber específico y lo utiliza para trabajar.” Es decir, alguien que utiliza, explota, potencia y se encarga de nutrir constantemente su talento, en un proceso constante de “Life-Long Learning”, para ser más atractivo para su red de contactos y empleadores.

En la actualidad, la incorporación de Internet y los dispositivos móviles al núcleo de las relaciones humanas hacen que la búsqueda de información, su recombinación inteligente y la capacidad de buscar, gestionar y crear conocimiento sean algunas de las habilidades o e-skills más demandadas en los profesionales. Ya no se trata de obedecer órdenes de un superior, sino de formar parte de un equipo plano donde cada cual aporta su experiencia y conocimientos con transparencia y naturalidad. Y para estar actualizado y saber dónde buscar, es imprescindible desarrollar las competencias que permitan a los trabajadores reaccionar ante cualquier circunstancia. El cambio se convierte en constante, y cada día puede traer incertidumbre, imprevistos y sorpresas inesperadas.

El concepto de knowledge worker fue evolucionando, y ya en 2010 Meyer y otros autores acuñaron el término de knowledge brokers como “agentes del conocimiento”, personas capaces de “conectar saberes, moverlos, transformar su formato o lenguaje, sin que estos se pierdan”.

Este perfil sabrá discriminar lo relevante de lo accesorio en un contexto infoxicado, y traducir el conocimiento per se en conocimiento útil y aplicado. Será una suerte de moldeador de la cerámica del conocimiento, capaz de crear formas personalizadas según la ocasión o la demanda, o incorporando diferentes materiales y complementos, trabajando solo o con otros agentes.

Para llegar a estos perfiles del futuro, a estos agentes del conocimiento, hay que comenzar en el presente, cambiando la forma de aprender y adquirir conocimiento desde la educación secundaria y superior, y desde luego, facilitando dentro de las corporaciones que este tipo de habilidades se puedan desarrollar libremente.

Las empresas verticales y fuertemente jerarquizadas desaprovecharán el potencial de estos profesionales, que tarde o temprano decidirán buscar otros ámbitos donde desarrollarse. Por el contrario, los profesionales que esperen pasivamente instrucciones de una entidad superior (ya mando directo, empresa, universidad…) y no estén preparados para sumir la incertidumbre, tendrán más dificultades para ser atractivos en un futuro próximo que se sabe que será tremendamente inestable.

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