“Si continuamos desarrollando tecnología sin sabiduría o prudencia, es posible que nuestro siervo acabe convirtiéndose en nuestro ejecutor”. Omar N. Bradley.
El pasado 21 de junio Mark Zuckerberg subió a su Facebook una foto a modo de tributo a Kevin Systrom y Mike Krieger, fundadores de Instagram, para celebrar que más de 500 millones de personas usan la popular aplicación cada mes y más de 300 millones cada día. Más allá de las impresionantes cifras, a muchos les llamó la atención un “pequeño gran detalle” de la imagen compartida por el creador de Facebook: el adhesivo con el que tapaba la webcam de su portátil. Este gesto nos trae a la memoria los consejos de nuestras abuelas, cuando nos advertían de que no hablásemos delante de la tele para que no nos escuchara el presentador del telediario. Pero, más allá de teorías con un toque paranoico, ¿qué hay de cierto en ello? ¿Es posible que estemos siendo escuchados, fotografiados, grabados u observados de alguna manera sin que seamos conscientes en absoluto? ¿Hasta qué punto está comprometida nuestra privacidad en la era de Internet y los teléfonos inteligentes? ¿Sabemos lo que tenemos que hacer por nuestra seguridad virtual?
Se puede afirmar que existen tres grandes maneras de ver y sentir el mundo de las redes sociales y de Internet: el grupo de las personas que son conscientes del rastro que dejan con sus acciones y movimientos por la red, pero que al no tener “nada que ocultar” no le dan mayor importancia y no toman ninguna medida especial para proteger su privacidad. En segundo lugar, el colectivo que es perfectamente consciente de lo que su Smartphone, historial de navegación o geolocalización puede decir de ellos a terceros indeseados, y se toman muy en serio lo que comparte, con quién, dónde y cómo. Y el grupo de personas que directamente no conocen los riesgos de Internet, de las redes sociales, de las nuevas tecnologías conectadas y de sus acciones, ni de cómo otros pueden aprovecharse de su ignorancia/inconsciencia.
La realidad es que todo lo que hacemos, miramos, compartimos, “likeamos”, buscamos e incluso escribimos y borramos antes de publicar queda registrado, trackeado y convertido en datos que pueden ser captados o explotados con fines comerciales, políticos, económicos u otros. Y no solo queda grabado lo que lo que hacemos con nuestros dispositivos móviles o fijos, sino también nuestras transacciones en cajeros automáticos, cuando paseamos por una calle que está siendo grabado o entramos en un centro comercial a mirar en alguna tienda. Todo deja rastro, y así lo advierten especialistas como Marta Peirano en su obra “El pequeño libro rojo del activista en la red”. Peirano nos advierte de los riesgos de la vigilancia a la que somos sometidos en cada momento, queramos o no: somos vigilados “aunque no seamos nadie”, advierte en este vídeo del TED, y lo peor de todo es que lo hacemos (in)conscientemente, regalando nuestros datos personales a redes sociales, APPs y programas de fidelización a cambio de apenas nada: no somos el cliente, somos el producto.

Del mismo modo, Marc Goodman explica en su interesantísimo libro “Los delitos del futuro” cuán vulnerables somos en la era del Internet de las cosas y del big data. La hiperconexión nos hace predecibles y controlables. En sus propias palabras, “ cuando pienso en el futuro, cada vez me preocupa más la ubicuidad de la informática en nuestras vidas y el hecho de que nuestra total dependencia de ella nos esté haciendo vulnerables de un modo que muy pocos somos capaces de entender”. En su carrera como asesor de la Interpol, agente de policía y fundador del Future Crimes Institute, Goodman es consciente de los riesgos de confiar a ciegas en nuestras pantallas y de volcar en ellas información personal o profesional, por inocente que nos parezca. Todo es pirateable, todo es hackeable. Del mismo modo de Zukerberg tapaba con un pequeño adhesivo la webcam de su portátil para evitar que alguien acceda a su máquina y le tome fotografías sin su permiso, Goodman da en su libro múltiples consejos para sensibilizarnos sobre los peligros de la ciberdelincuencia y de las amenazas virtuales que nos rodean.

En un futuro muy cercano, una de las competencias digitales de los profesionales y por extensión de las personas del siglo XXI será la seguridad en Internet. Dentro de unos años las normas y las leyes serán muy diferentes, y puede que algo tan inocente como el hecho de subir una foto de un menor de edad por parte de sus padres en una red social constituya un delito de intromisión en su intimidad, tal y como se publicaba recientemente en esta noticia.
Esta transformación radical y el dictado de nuevas normas afectarán igualmente a las comunidades internas y redes sociales corporativas. Las empresas tendrán que dictar mucho más claramente las normas de participación en ellas, ya que la frontera entre lo público y lo privado será cada vez más difusa. ¿Qué información están compartiendo los empleados? Y más delicado aún: ¿qué información de la compañía se está compartiendo que pueda comprometer sus políticas de privacidad? Está claro el poder de la inteligencia colectiva y los beneficios de compartir y crear conocimiento dentro de la empresa pero, ¿quién es el autor intelectual de dicho conocimiento? ¿Quién es el responsable de su custodia?

Estos y otros controvertidos debates sin duda nos llamarán la atención desde las cabeceras de los noticiarios en los próximos años.
Para saber más:
- Mark Zuckerberg tapa la cámara de su computador con cinta adhesiva. http://www.minuto30.com/foto-mark-zuckerberg-tapa-la-camara-de-su-computador-con-cinta-adhesiva/490590/
- Los delitos del futuro. http://www.planetadelibros.com/libro-los-delitos-del-futuro/202844
- ¿Por qué me vigilan, si no soy nadie? https://www.youtube.com/watch?v=NPE7i8wuupk
- ¿Nuevas tecnologías? No, gracias. https://www.lateralia.es/nuevas_tecnologias_no_gracias/
- Peirano, Marta. “El pequeño libro rojo del activista en la red” (2015) https://www.amazon.es/Peque%C3%B1o-Libro-Activista-Eldiario-Es-Libros/dp/8499187773?ie=UTF8&*Version*=1&*entries*=0
- Cuidado, los niños y menores podrían denunciar a sus padres por publicar sus fotos en Facebook. http://voltaico.lavozdegalicia.es/2016/05/facebook-denunciar-menores-ninos-padres-privacidad/