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Procrastinación: no dejes para mañana lo que puedas aprender hoy

“Ahora no puedo pensar en eso. Si lo hago enloquezco. Mejor mañana pienso en ello”. Scarlett O’Hara, “Lo que el viento se llevó”.

Procrastinación
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La procrastinación es una de las trampas mentales en la que caemos con más frecuencia. Suele ir acompañada de una auto justificación que nos hace creer que la excusa que nos ponemos a nosotros mismos es de suficiente peso, verdad e importancia como para no realizar inmediatamente la tarea que deberíamos acometer ya. Ir al gimnasio, empezar un libro o adquirir hábitos más saludables son algunos de los propósitos de inicio de año que inevitablemente sufren con más fuerza los envites de la procrastinación.

Procrastinación del aprendizaje

Cuando la procrastinación llega al aprendizaje, las consecuencias sobre la adquisición de nuevos conocimientos o sobre la retención a largo plazo de los mismos son nefastas. Todos conocemos de nuestra etapa universitaria los efectos de “pegarnos el atracón” de estudio pocos días antes del examen, o de acudir a la prueba sin haber dormido apenas la noche anterior. Aunque el examen se supere, lo más seguro es que lo aprendido se olvide a los pocos días sin pasar a formar parte de la memoria a largo plazo.

Para que exista aprendizaje debe haber constancia, repetición y esfuerzo. No hay recetas mágicas ni “dietas milagro” para el aprendizaje profundo, por muchas apps que nos descarguemos.

La procrastinacion del aprendizaje en el ámbito corporativo relega la formación a la última posición en la lista de prioridades de los profesionales. No es que la persona piense conscientemente que formarse y desarrollarse dentro de la empresa no es importante, es que lo posterga hasta que es “inevitable” porque hay otras cosas mucho más importantes y urgentes que hacer (responder unos mails, realizar un trabajo, tener una reunión con el cliente en ese mismo momento u horario). Y una vez que sucede el “momento de aprendizaje” -es decir, que tiene lugar el curso, termina el deadline para realizar un elearning o el plazo para realizar unos trabajos-, la persona no vuelve a ocuparse mentalmente de lo aprendido.

Normalmente procrastinamos cosas que nos causan incomodidad, pereza o dolor o que, al menos, no son fuente de satisfacción inmediata. Si realizar las actividades formativas de un itinerario, realizar un curso, conectarnos a una clase de inglés o realizar un plan de acción no nos gusta, inmediatamente se activarán los centros asociados al dolor del cerebro, y buscaremos cómo desviar la atención hacia otro tema más agradable. Esto puede ser algo tan sencillo e inmediato como mirar el móvil y empezar a navegar por nuestras redes sociales.

Existen apps como Temptation Blocker que nos ayudan a cerrarle las puertas a las tentaciones de internet para cumplir nuestros propósitos y evitar perder absurdamente hasta cinco horas al día mirando el móvil.

Procrastinar los estudios y el aprendizaje en el entorno corporativo de forma sistemática solo servirá para que los profesionales se den un atracón de estudio muy similar al de la etapa académica, sin dar tiempo para reflexionar y memorizar, para consultar dudas con otros compañeros o para probarnos a nosotros mismos sobre lo que vamos aprendiendo. Simplemente habremos “salvado el expediente”, sin un retorno claro del esfuerzo y sin lograr un aprendizaje profundo y útil.

Poniéndole freno a la prorastinación

Controlar la procrastinación es un esfuerzo personal que implica, lo primero de todo, ser conscientes de que estamos cayendo en ella. Para evitarla, es fundamental encontrar las causas últimas de lo que nos motiva a aprender y recordárnoslas con frecuencia. Por ejemplo, “quiero mejorar mi nivel de inglés hablado porque no quiero volver a pasarlo mal en un congreso internacional”. Es clave repetirnos esos motivos y creer con sinceridad que aprender nos servirá para crecer y mejorar.

Para continuar, es necesario dejar de lado hábitos perniciosos relacionados con nuestro propio aprendizaje, tales como apurar los plazos de realización de una actividad hasta el último momento, asistir a un curso solo por poder firmar en el control de asistencia, o realizar un test online compulsivamente hasta que se aprueba. Crear buenos hábitos requiere tiempo y constancia, pero acabarán recompensándonos mucho más que mirar los mensajes de WhatsApp o comer algo de chocolate.

Para crear estos hábitos saludables en relación con nuestro propio aprendizaje es necesario listar nuestros objetivos de aprendizaje, establecer cómo vamos a lograr lo que queremos conseguir y en qué plazos (focalizándonos más en el proceso que en el producto del aprendizaje), y cumplir dichos compromisos a rajatabla.

El siguiente paso es crear una rutina, un espacio y un tiempo que dedicamos a aprender activamente, sin intromisión de otros estímulos como pueden ser mirar el correo, el móvil o levantarnos a hablar con un compañero. La «técnica Pomodoro» propone sesiones de 25 minutos de estudio concentrado sin ninguna interrupción, permitiéndonos después pequeños descansos de 5 minutos a modo de recompensa.

El tercer consejo es recompensar los buenos hábitos de estudios, por ejemplo compartiendo nuestros logros y reflexiones con otras personas (otros compañeros que estén estudiando lo mismo, o incluso con las redes sociales público o profesionales en forma de pequeños post de auto reflexión).

Y por último, hay que creer que es posible cambiar, que tener altas cargas de trabajo o diversas responsabilidades familiares o personales no es algo que solo nos pasa a nosotros, sino que son “excusas universales” que todo el mundo podría ponerse y que sin embargo no impiden que algunas (muchas) personas acaben aprendiendo a organizar su tiempo para aprender y desarrollarse. Porque sin aprendizaje continuo, las oportunidades de crecimiento en un mundo en transformación constante se limitan más que nunca.

Para saber más:

Imagen de portada: Photo by Kaylah Otto on Unsplash

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1 comentario
  1. Cursos Online dice

    La formación Online puede ser una forma de evitar la procrastinación del aprendizaje.

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