“¿Por qué, aunque en los primeros días de los teleordenadores interneteados de interlace que operaban básicamente con la misma parrilla de fibra digital de las compañías telefónicas, el advenimiento del videoteléfono (también conocido como videófono) gozó de una época de inmensa popularidad entre los consumidores-usuarios encantados con la idea de una interfaz telefónica tanto auditiva como facial (…) y por qué se produjo la abrupta retirada de los consumidores, que dieron marcha atrás y regresaron al viejo teléfono solo para voz?”
La pregunta, mucho más larga, está formulada en la novela “La broma infinita” de David Foster Wallace (1999), y el autor se aventura a dar tres respuestas a las causas por las cuales los usuarios de un futuro indeterminado descartaron -después de su éxito absoluto- las nuevas tecnologías de comunicación más avanzadas (el videófono), en pro de un medio de comunicación retrógrado (el teléfono). Literalmente, serían estas:
- El estrés emocional
- La vanidad física
- Un cierto y extraño tipo de lógica autodestructiva en la microeconomía de a alta tecnología para el consumo
Recomendamos el desarrollo de las tres respuestas y la lectura de -al menos- esta sección de la novela, ya que además de ser tremendamente divertida, ofrece algunos razonamientos perfectamente válidos para la relación personas-nuevas tecnologías que vivimos hoy en día. En pocos años o incluso meses nuestros dispositivos se quedan obsoletos, las APPs que nos ayudan en el día a día son sustituidas por otras, y las redes sociales que antes consultábamos cada hora empiezan a acumular polvo entre visita y visita. De este modo:
- Cada mes somos abrumados por lanzamientos de nuevas tecnologías. Es el caso de tecnologías como las gafas de realidad virtual, los drones para uso particular o la domótica y la ropa inteligente.
- A diario encontramos alguna APP que nos parece que puede resolvernos de forma mágica alguna pequeña necesidad de nuestra vida diaria: reforzar nuestro inglés, recordar dónde aparcamos el coche o visitar virtualmente un museo. Por el contrario, desaparecen muchas otras, o dejan de estar disponibles para “viejos” dispositivos APPs que se han convertido en imprescindibles, como es el caso de WhatsApp.
- Y además, el modelo de negocio de redes sociales con millones de seguidores se agota (como Tuenti, ahora centrada en soporte de telefonía móvil) o se reinventa (como Facebook y su nueva sección de noticias) para adecuarse a los nuevos tiempos y demandas de los usuarios.
Razón 1. El estrés emocional
Para Foster Wallace, la primera causa de abandono de una nueva tecnología está en el estrés emocional que conlleva. Una videollamada (por Skype, Facetime, Webex, Handout o cualquier otro sistema) nos obliga a “estar presentables”, aunque solo sea de cintura para arriba. Y aparte, crece el temor respecto a lo que se puede captar a través de la cámara de nuestro laptop o tableta: ¿Es cierto que nos pueden “robar” imágenes estando apagada? Todo parece indicar que sí, y también que podemos ser geolocalizados, trazados y monitorizados al detalle sin saberlo o sin quererlo. Ahí entra el equilibrio entre las ventajas de la publicitación del yo, del “ser transparente” y no tener nada que ocultar, versus el derecho a la privacidad y la intimidad que lleva a cada vez más personas a ejercer su derecho al olvido en Internet.

Razón 2: La vanidad
La segunda causa es la vanidad. Las redes sociales o profesionales, las comunidades abiertas o corporativas y todo sistema en el que podemos dejar rastro (con las consecuencias que eso puede tener para nuestro futuro, como bien están experimentando muchos políticos en la actualidad), nos obligan a ser cautelosos en cuanto a qué publicamos y qué marca personal queremos proyectar en Internet.
Hasta el hecho de que no exista un botón de “No me gusta” en Facebook nos ha condicionado psicológicamente a ser más ortodoxos y posicionarnos “en la media”, a no sobresalir con opiniones extremas o a ser cautelosos en cuanto a lo que expresamos. En Linkedin es poco habitual encontrar opiniones radicalmente divergentes en los debates: aunque nos gustaría decir que no estamos de acuerdo, lo hacemos de forma comedida, conscientes de que cualquiera (un reclutador, nuestro jefe, un cliente) nos puede leer. Lo mismo ocurre en las comunidades internas, donde se exhorta a compartir experiencias y a decir lo que nos encanta o mejoraríamos en nuestra empresa, pero muchos usuarios prefieren quedarse en un discreto tercer plano de “lurkers” u observadores que jamás emiten una opinión.

Razón 3: La obsolescencia de la tecnología
La tercera causa relaciona al nuevo cliente digital con la obsolescencia de la tecnología. Desde que un nuevo lanzamiento de hardware o software es abrazado como si fuera “ciencia ficción hecha realidad” hasta su descarte como inútil o pasado de moda, la curva de un producto o servicio es cada vez más breve. Son pocos los productos que resisten sin apenas variaciones el paso de los años, como es el caso del iPhone. Una vez pasado el impulso de la moda y el marketing, la practicidad prima sobre la novedad, o bien aparece otra novedad que arrolla la anterior. No solo los generación Baby Boomer o Silentes prefieren llamar directamente frente a la comunicación instantánea. Cuando la curva de la hipertendencia se agota, la adopción de una tecnología obsoleta se puede convertir en sí misma en tendencia, haciendo de la nostalgia negocio y recuperándose, como vemos en la actualidad, la pasión por los vinilos, los teléfonos de pared o incluso los videojuegos arcade.

Relación actual con la tecnología: “Es complicado”.
Sin duda, cada vez serán más las opciones que tengamos para escoger nuestra relación con las nuevas tecnologías y de qué nos enamoramos. El futuro parece pronosticar que estas relaciones amorosas no serán de larga duración, ya que nuestras condiciones personales, profesionales, vitales, cambian constantemente y con ellas nuestros gustos, y lo que hoy nos apasiona (las redes sociales, los últimos dispositivos, la realidad aumentada) mañana puede saturamos y ser relegado a un plano secundario en nuestras vidas.
Para saber más:
- Foster Wallace, David. “La broma infinita” (1999). http://www.casadellibro.com/libro-la-broma-infinita/9788439702368/861226?gclid=coeg6yctymscfa8w0wod7vwijq
- Peirano, Marta. “El pequeño libro rojo del activista en la red” (2015) https://www.amazon.es/Peque%C3%B1o-Libro-Activista-Eldiario-Es-Libros/dp/8499187773?ie=UTF8&*Version*=1&*entries*=0
- Ellis, Bret Easton, “Me niego a ser un robot del culto al ‘Me gusta’”. http://www.nytimes.com/es/2016/02/18/la-expansion-del-culto-al-me-gusta-en-la-vida-moderna/?smid=tw-share-es
- El negocio de la nostalgia tecnológica. http://www.elandroidelibre.com/2016/02/moda-retro-nostalgia-tecnologica.html
- Cómo es y qué busca el nuevo cliente digital. https://www.lateralia.es/como-es-y-que-busca-el-nuevo-cliente-digital/
- El derecho al olvido en Internet: https://es.wikipedia.org/wiki/Derecho_al_olvido#El_derecho_al_olvido_en_Internet
- Qué es un Lurker: https://es.wikipedia.org/wiki/Lurker