POST «ESPECIAL HALLOWEEN»
El argumento de la serie “No-End House” es inquietante. La metáfora empleada nos va a servir, en este post, para relacionar de manera informal el hilo narrativo de la serie con algunos principios básicos de psicología del comportamiento y, específicamente, en cómo podría actuar el líder de un equipo a modo de coach para enfrentar y redireccionar posibles pensamientos tóxicos de sus colaboradores. Pensamientos que pueden impactar negativamente tanto en la productividad como en el clima laboral y en el trabajo en equipo.
EL ARGUMENTO DE “NO-END HOUSE”
“No-End House” (“La casa sin fin”) es el título de la segunda temporada de la serie de SyFy “Channel Zero” de la cadena HBO. Como en el caso de la primera temporada, “Candle Cove”, el argumento está inspirado en una popular “creepypasta” (historias que nacen, se co-crean y viralizan en Internet).
En “No-End House”, un grupo de adolescentes entra de forma voluntaria en una extraña casa con el objetivo de atravesar una serie de habitaciones en las que se tendrán que enfrentar con sus miedos personales. Esos temores irán in crescendo hasta llegar a la sexta y última habitación.

“No-End House” versa en torno a adolescentes que se enfrentan a sus miedos personales antes de acometer plenamente la edad adulta. Dichos miedos cobran entidad física y amenazan con devorar sus recuerdos positivos, hasta convertirles en seres vacíos y grises.
Sin ánimo de hacer «spoliers» y recomendando de nuevo ver la entretenida serie, se pueden realizar varias lecturas del argumento que son interesantes desde el punto de vista de la psicología del comportamiento. A continuación sugeriremos en tres bloques algunas pinceladas de cómo el líder de un equipo -en una empresa- podría enfrentarse a las situaciones planteadas metafóricamente en la serie.
BLOQUE 1. LOS PENSAMIENTOS PARÁSITOS
En «No-End House» los siniestros personajes a los que cada protagonista debe enfrentarse parecen surgir de su cerebro, como una especie de «parásito alienígena». Esta proyección del pensamiento es lo que en budismo se llama “efecto tulpa”: cuando se piensa en algo intensamente, alcanzando un nivel máximo de meditación y concentración, el pensamiento puede llegar a hacerse corpóreo (adoptando la forma de un objeto, de un animal o incluso de una persona, como ocurre en la serie).
Los pensamientos parásitos son aquellos que se alojan en nuestra mente y nos hacen daño a nosotros mismos y a los demás. Se retroalimentan con nuestras actitudes y comportamientos de modo que paulatinamente acaban con la energía y el optimismo de la persona que los sufre. Como en casi todo lo que nos ocurre, el primer paso es reconocer esos pensamientos parásitos, siendo el segundo querer cambiar esa situación al comprender que nos perjudica.
Los pensamientos parásitos materializan en pequeños detalles: cómo nos hablamos a nosotros mismos si algo no sale como queríamos o pensábamos (“¡seré torpe!” o “¡no me sale nada bien”); cómo nos enfrentamos a comentarios de otros que nos paralizan o anulan (“es que no te enteras”); o cómo pensamos que solo a nosotros nos ocurren cosas “malas” (“esto es lo que hay” o “tú no sabes la que tengo yo encima”).
Los pensamientos parásitos son un gran lastre en nuestra vida personal y, por supuesto, en nuestra productividad. Una vez identificados, para erradicarlos es fundamental proyectarnos fuera de nosotros mismos y observar con desapego. Dicho de otro modo, pensar en lo que nos ocurre y en cómo actuamos como si le pasara a alguien no conocemos, con objetividad y distancia. Usando una metáfora gráfica, como si nos viéramos a través de la televisión.
Otras recomendaciones son evitar la queja improductiva (acudir a alguien solo para que escuche nuestra situación, aunque no pueda cambiar nada de lo que nos ocurre); y pensar en que siempre hay mucho más margen de actuación personal de lo que creemos (sin recurrir a la autoridad externa del jefe o simplemente esperar a que las cosas cambien por sí mismas).
En el contexto empresarial, un jefe o manager que actúe como coach de su equipo debe ser capaz de identificar a las personas que tienen este tipo de pensamientos parásitos y ayudarles a erradicarlos en cuanto surgen, ya que sin ningún tipo de freno o control acaban por mermar no solo la productividad del colaborador (por no hablar de su bienestar y felicidad), sino por contagiarse al resto del equipo.
BLOQUE 2: LOS DEVORADORES DE RECUERDOS
En la serie “No-End House” los parásitos se alimentan de los recuerdos que sus víctimas tienen en su mente. Extraen la memoria de lo positivo que la persona almacena en su cerebro (la madre, la amiga de la infancia, el compañero de trabajo, el buen jefe…), lo hacen físico y, literalmente, lo devoran.
Esta parte de la serie, de gran dramatismo, plasma a la perfección el funcionamiento de los pensamientos tóxicos: obnubilan la capacidad del individuo de recordar sus méritos o esfuerzos, así como a aquellos que le rodean y le proveen de energía positiva. Una persona “parasitada” es incapaz de pensar en nadie más que en sí mismo, olvidándose de sentimientos positivos básicos como el cariño, el agradecimiento, la empatía, la reciprocidad o la generosidad.
En el contexto empresarial, tan importante es dar feedback como recibirlo, ya sea de aspectos positivos como de ámbitos de mejora. Cuando alguien nos da feedback constructivo es porque se interesa por nosotros y nos quiere ayudar a crecer. Un buen líder conseguirá así renovar las energías de sus colaboradores, ayudándoles a reorientar ciertos comportamientos de los que quizá no sean conscientes, y que pueden frenar su bienestar (y, en consecuencia, su productividad, eficiencia e incluso su carrera profesional).
En un equipo sano todos sus miembros deben ser capaces de saber dar un buen feedback a otro compañero e incluso al jefe, y estar abiertos a recibirlo incluso cuando es de aspectos mejorables. Y específicamente, un buen líder debe reconocer el mérito, esfuerzo y buen hacer de sus colaboradores de forma sincera y transparente, cada día, según observa de forma objetiva el comportamiento en cuestión.
También debe fomentar esta misma actitud entre las personas de su equipo, ya que así ayudará a mitigar y empequeñecer posibles pensamientos parásitos, fomentando el altruismo, el compañerismo, el pensar en cómo las acciones de cada uno afectan a las de los demás… En definitiva, ser más y mejores profesionales.
BLOQUE 3. LA EXTENUACIÓN
Cuantos más recuerdos pierden los protagonistas de “No-End House”, más se consumen y secan hasta quedan convertidos en poco más que seres leñosos. Una persona que alimenta este tipo de pensamientos negativos y parasitarios olvida lo importante que es el respeto y consideración hacia el prójimo, entendiendo como tal no solo a las personas de nuestro círculo afectivo cercano (familia, amigos, pareja), sino también a un compañero al que se debe tratar con el mismo esmero que esperamos recibir.
Por supuesto, en el contexto empresarial un buen líder que actúe como coach nunca va a permitir que uno de sus colaboradores llegue a ese extremo dramatizado en «No-End House». Mucho antes, como hemos ido viendo, será capaz de guiar a cada persona para que quiera y pueda aprovechar al máximo sus conocimientos, capacidades y aptitudes personales.
EN CONCLUSIÓN
Identificar, enfrentar y rectificar pensamientos parásitos está en mano de cada persona, si bien es conveniente que reciba el apoyo de su círculo de relaciones (personal, familiar y profesional) para reconocerlos y frenarlos antes de que sean más incontrolables. Un buen manager debe estar alerta para apoyar al colaborador “colonizado” incluso antes de que entre en la primera de las seis habitaciones de su “No-End House” personal. Es parte de su responsabilidad como líder de personas, más allá de un mero gestor de tareas.
Para saber más:
- El círculo del sentimiento parásito. http://www.integrativetherapy.com/es/articles.php?id=17
- Organízate con eficacia. David Allen. Disponible en Amazon.
Excelente artículo. Lúcido análisis de lo corporativo a la luz de la ficción.