“La red de redes tiene esta terrible cara oscura: funcionar como la autopista de los malentendidos.”
La lectura de “Interhumania: Cómo sobrevivir a la civilización” no deja impasible. En sus poco más de 160 páginas Javier M. Galiano, bioinformático y doctor en Biología Molecular por la Universidad Complutense de Madrid, define las características de un macroorganismo basado en la predación de información. A medio camino entre un libro de empresa y una cosmovisión tecnológica, “Interhumania” parte de la premisa de que toda sociedad se debate entre las fuerzas del egoísmo y del desarrollo, en un mundo hiperconectado en el que el individuo tiene un escaso margen de independencia y libertad en la toma de decisiones.
Entrevistamos al autor para conocer su visión sobre el futuro de las relaciones interpersonales a corto plazo.
#interhumania #redessociales #youtubers #itgirls #competenciasdigitales #internet #transformación
Pregunta. Javier, brevemente, ¿cómo definirías Interhumania y su estratificación en cinco niveles?
Respuesta. Interhumania es un modelo de funcionamiento de nuestra civilización que propone el surgimiento de un macroindividuo compuesto por la densa red de interacciones existente entre los humanos. Interhumania funciona como un ser emergente que habría superado en poder a toda concepción individual, incluso la del millonario o la élite más poderosa. De este modo, en nuestra sociedad se impondrían inercias que favorecerían su propia estabilidad, estando todo beneficio personal al servicio de esto. El salto definitivo habría llegado con los nuevos medios de comunicación de masas y la electrónica de consumo con tarifas planas. No es tan difícil de entender como parece, nuestra propia mente surge del funcionamiento de varios miles de millones de neuronas por encima de lo que pueda hacer la suma neta de todas estas células.
Naturalmente, esto nos obliga a re-evaluar la jerarquía social ya que las inercias se basan primeramente en la transmisión de información más que en el mera economía. Los ciudadanos nos organizaríamos en niveles determinados por la calidad de la información que transmitimos, el número de contactos a los que influimos y el retorno que eso produce a nuestra calidad de vida para perpetuar el proceso. Aquellos individuos difícilmente reemplazables que contribuyan a la estabilidad de Interhumania disfrutarán de un entorno estimulante y un gran bienestar personal. Los que tiendan a desestabilizar el sistema o poca capacidad de influencia, tenderán a desplazarse hacia una trampa múltiple, incluyendo límites motivacionales, alimenticios y tóxicos de la que es difícil salir. Entender la parte de Interhumania que nos influye directamente es un alegato en favor de la soberanía personal dentro de esta dictadura de las inercias.
P. En tu libro afirmas que las personas no pueden comprender el sistema complejo de Interhumania ya que al estar ancladas en un nivel concreto no pueden llegar a comprender otro nivel informacionalmente superior. Sin embargo, en la actualidad Internet nos abre las puertas para aprender, relacionarnos e interactuar con cualquier persona u organización más allá de las fronteras.
R. Sí, y es fantástico, pero salvo que seamos analistas avanzados de metadatos no podemos meternos en estratos «suprainformacionales». En cualquier caso, por fin, cualquiera con la actitud adecuada puede explorar nuestro mundo aunque sea horizontalmente. La globalización tiene esta cara amable. Cada uno tiene el origen que tiene, pero luego puede complementarlo hasta donde quiera. Sigue siendo sorprendente que el acceso a la ventana del conocimiento haya ocurrido con una cierta naturalidad. Es como si tuviéramos todo el software mental disponible para ello en nuestra cabeza y solo hubiéramos tenido que activarlo. La nueva visión universal nos puede hacer pensar de un modo más transcendente, pero también ayudarnos a tener una vida más placentera y, yendo al día a día, incluso más útil.
P. Vivimos fenómenos como los YouTubers, las It-Girls, las Celebrities… Son sin duda personas con un alto poder de influencia en millones de personas a través de sus cuentas de Instagram, Twitter u otras. ¿Hasta qué punto consideras que estos fenómenos son espontáneos o individuales, o bien orquestados por compañías con evidentes intereses económicos?
R. Ciertos youtubers son realmente espontáneos y positivos, al menos en sus orígenes. Otra cosa son las it-girls y sucedáneos, como es la fórmula inmortal de los grupos de cinco adolescentes repeinados. Puede que también surjan espontáneamente, salvo que sean del clan Kardashian, pero cuando apuntan maneras de influencia son concienzudamente moldeadas hasta lograr un impacto máximo y definido. Que sean jóvenes con un talento más que discutible, o ninguno en absoluto, pero apoyadas en empresas bien fundamentadas, les delata. Sin ánimo de parecer conspiranoico, su influencia sobrepasa los límites de la economía de empresa. Pueden llegar a marcar tendencias sociológicas. Recuerda que el número de seguidores de las it-girls top ya está bordeando los sesenta millones, prácticamente la población de Francia o Reino Unido, todos focalizados en una persona. A estos habría que sumar los que les ven de reojo por la inserción de anuncios a hurtadillas en la prensa y televisión ordinaria.
Curiosamente, la enorme mayoría no consume lo que vende la celebridad pero observa, recuerda y mimetiza su comportamiento, y ese puede ser exactamente «el producto». Conviene recordar que es el equilibrio entre la «celebrity» y el «follower» está vivo, ya que los famosos entran en fase de un modo bi-direccional con las sociedades que los mantienen arriba. Tarde o temprano, las it-girls acaban fracasando porque tienen recorrido limitado y la gente se cansa. Entonces los grupos de poder vuelven a mirar quien puede ser lo mejor en ese momento que vaya asomando la cabeza por ahí…
P. Desde hace algunos años se habla de las competencias digitales del siglo XXI, entendidas como los conocimientos, habilidades y actitudes que un profesional deberá tener y poner en práctica para ser valioso, valorado y empleable. Una de las competencias es la de saber buscar, discriminar y seleccionar información, y ser capaces de convertirla en conocimiento útil para uno mismo y su entorno. ¿Cómo crees que es posible desarrollar estas habilidades en el vasto territorio de Internet, donde es tan difícil discriminar el conocimiento riguroso de la falsa información o la anécdota?
R. Me estás preguntando por el Santo Grial de nuestros días. A los conocimientos les pasa como a los mercados económicos, pensábamos que se autorregulaban pero no es así. Internet no solo se ha convertido en la autopista de la información sino también en su alcantarillado. Diferenciar estas dos fuerzas es la que va a permitir que algunos individuos se transformen casi en seres superiores mientas que otros se conviertan en post-paletos, algo así como individuos de ignorancia extrema insertados en la era de la información. Es un proceso cooperativo, una mejor formación te permite discriminar mejor y volver a crecer. A pesar de la supuesta democratización del conocimiento que ofrece internet, sigue habiendo individuos irremplazables porque su gestión de la información es fiable y única. Precisamente el hecho de que sea relativamente difícil, hace tan valiosos a estos individuos y les capacita como élite. Están bien rodeados pero también le han dedicado un esfuerzo descomunal a formarse, así como se hacía en la era pre-informática. Estos aúnan experiencia, intuición y talento. Y ello exige crear nuevas conexiones entre varias partes del cerebro para que puedan funcionar combinadas. Pienso que el nuevo experto será más renacentista que el profesional con conocimientos sellados de las últimas décadas. Esto no deja de reflejar nuestra realidad actual porque asistimos a una fusión sin precedentes entre diversas áreas del saber, que ya han salido de los laboratorios para llegar a los hogares.
Una situación tan potencialmente cegadora como es la del usuario de los medios actuales exige desarrollar un perfil crítico, triangular con otras fuentes y escuchar lo que dicen los usuarios «garantes», en lugar del opinólogo sin carnet de turno. Las cosas deben cuadrar y tener fundamento. Procesar datos crudos ingentes para destilar conocimiento cualitativo ya está alcanzando un grado de veneración comparable a la nueva alquimia. De hecho, las propias sociedades ya demandan la generación de valor robusto en múltiples formas, cosas que tengan sentido y se lleven bien con el mundo tangible de los clientes usuarios durante un periodo suficiente de tiempo como para hacerlas rentables. Más allá de que otras cosas nos parezcan también emocionantes, si no las controlamos hay que dejarlas de momento en cuarentena. El peligro es adquirir una plantilla mental de ensoñación que abre la puerta de par en par a todo tipo de contenidos exagerados, mal interpretados, inoportunos, banales o directamente fraudulentos.
No se puede substituir la intuición y el espíritu del usuario, que en el fondo es lo que nos lleva guiando milenios, por eso me ha gustado que hayas incluido la palabra «actitudes» en tu pregunta. Un profesional debe incluir una cierta gestión de sí mismo. Los abismos de la red se agarran a las emociones y hay que ser también bueno tratando eso. En fin, un perfil de propiedades bastante multidisciplinar.
P. La educación formal nos da las bases de conocimiento que necesitamos para desarrollar eficientemente una profesión. Pero además, el autoaprendizaje se convierte en la única forma de estar constantemente actualizado. Tú como científico estás “obligado” a publicar, leer constantemente y reciclarte. ¿Qué recomendaciones podrías darle a cualquier persona para saber cómo avanzar en su propio desarrollo? Y ligada a esta pregunta: ¿cuáles crees que son los obstáculos que pueden interponerse en su autoaprendizaje?
R. Los obstáculos del autoaprendizaje son múltiples aunque sospecho que todos tienen la misma madre: la dispersión. Conocemos ejemplos de gente de éxito hecha a sí misma usando el autoaprendizaje, pero los que han fracasado rotundamente usando esta misma vía deben contarse por millones. Los antídotos naturales frente a la dispersión son el orden, la disciplina y la adaptación a las necesidades del momento, así que son los que yo recomendaría. La cognosfera es inabarcable y está en constante evolución, frente a lo que la formación universitaria clásica funciona como boya. Sin planes de estudio diseñados e impartidos por profesionales, la posibilidad de ser pasto de la información desactualizada, no validada, desordenada y con vacíos importantes, es muy alta. Por no hablar de la falta de disciplina en la formación que nos hace presa de los golosos cantos de sirena que ofrece internet, al no estar sometidos a un seguimiento.
Para evitar esto, debe alcanzarse un umbral de conocimiento que haga la función de «campamento base». A falta de formación académica, para llegar a esta fase limitante el individuo queda a expensas de su talento, de su voluntad o de dar con un entorno de desarrollo estimulante por mera serendipia. Una vez alcanzado este nivel mínimo, el autoaprendizaje ya puede complementar sobre seguro, sabiendo de lo que se puede prescindir y de lo que no. Hacer un seguimiento de nuestros logros y evaluar constantemente la situación para ver si nos estamos desviando. El autoaprendizaje es el complemento perfecto del camino clásico al ofrecer mucha libertad y adaptase a la flexibilidad del conocimiento actual, y debería mantenerse durante toda la vida activa del profesional, como mínimo. No se para de autoaprender nunca con artículos, blogs, foros, situaciones de la propia vida…
P. En tu libro comentas que nuestra red de contactos se convierte en un poderoso aliado para desarrollarnos y “subir de nivel” en Interhumania o, al contrario, para anclarnos en el que estamos sin ser conscientes de ello. Concretamente en los mundos virtuales: ¿Cómo discriminar los contactos útiles (aunque piensen y opinen de forma distinta a la nuestra) de los tóxicos o negativos?
R. Por la constancia y fuerza que nos proporcionan los medios, cada vez funcionamos menos como seres individuales y más como la media de nuestros contactos, así que hay mucho en juego cuando elegimos el círculo. Si somos estimulados en la buena dirección, es fácil que evolucionemos hacia seres capaces que a su vez influyan positivamente en otros. Deberíamos rodearnos preferiblemente de aquellos que dejan en nosotros una huella motivacional, que nos persuaden para seguir caminos que producen valor. Recuerda que una aseveración constante de lo que decimos tampoco nos hace avanzar. Hay que contrastar, argumentar, reforzar, avanzar… en conocimientos y en respeto, la red sería un fracaso rotundo sin esto.
Los contactos (también puedes llamarles amigos o maestros) pueden impregnar muchas de las capas vitales que componen nuestra complejidad. Hay toda una serie de indicadores que monitorizan la situación de una relación. ¿Nos han ahorrado meses y meses de esfuerzo al transmitirnos unas cuantas pinceladas de conocimiento? ¿Somos nosotros mismos más apreciados por el resto gracias a esta influencia?¿Nos sentimos mejor como personas? ¿Estamos al servicio de metas más elevadas que favorecen a más población? Puede sonar exagerado, pero un buen contacto puede incluso cambiarnos somáticamente: una postura más erguida, más autoconfianza, adquirir una sonrisa amistosa, la capacidad de abordar metas complicadas desde el equilibrio hormonal, más tranquilidad al llegar el momento del descanso…
Hay que estar atento a todas estas señales objetivas para diferenciarlas del lado opuesto que también existe, claro. La red está plagada de individuos cenizos que nos entierran en mantras negativistas, que no paran de protestar o transmisores de información sin contrastar que lo enturbia todo. Son capaces de empujarnos a espirales descendentes que arrastren nuestra capacidad profesional y personal. La vida es muy competitiva y pasa rápido, así que no podemos permitir que esto ocurra.
Puedes seguir a Javier M.Galiano en su blog: http://cartasdesdeinterhumania.blogspot.es/
[newsletter_signup_form id=0]