Hablar de Smart Cities suena un poco a película de ciencia ficción. Sin embargo, es una realidad que ya se está materializando en muchas partes del mundo. Se trata de un concepto que resume una filosofía de vida, y que engloba un proceso de desarrollo, sensibilización, formación y cambio en la forma de entender la ciudad, ya sea para vivir, trabajar o disfrutar de ella.
Smart: mucho más que inteligente o elegante
El acrónimo S.M.A.R.T. se aplica a múltiples dispositivos que nos rodean y que por sus capacidades parece que se anticipan a nuestras necesidades, sorprendiéndonos con sus interesantes “iniciativas”: teléfonos, televisiones, básculas, coches, relojes y muchos otros dispositivos se merecen este apelativo cuando nos indican qué tenemos que hacer, ver, comer o por dónde tenemos que ir para ser más eficientes. Sin embargo, el origen del término no se limita a la traducción literal del inglés (inteligente, elegante, listo), sino que proviene de la informática, concretamente de la capacidad de monitorizar, analizar y realizar reportes automáticos para detectar posibles fallos en los discos duros (Sefl Monitoring Analisys and Reporting Technology). Esta capacidad tecnológica pasó más adelante a extenderse a otros ámbitos para lograr una mayor eficiencia de los sistemas. La incorporación de Internet hizo posible el salto a las ciudades inteligentes, como una filosofía de gestionar de forma eficaz y eficiente los servicios públicos en beneficio de los ciudadanos.
Modelos de Smart Cities
Existen diversos modelos que aplican el concepto de Smart City, tales como el “Libro Blanco Smart Cities” o el Modelo AMETIC. Concretamente en España, el informe de la consultora IDC de 2012 identifica como “ciudades inteligentes” a Barcelona, Santander y Málaga. Estos informes se basan sobre todo en tres sectores en los que se hace un uso intensivo de la tecnología para mejorar la eficiencia de la ciudad:
- Energía (generación, suministro y uso de la energía)
- Medio ambiente (principalmente en lo relativo al reciclado y tratamiento de residuos)
- Movilidad (transporte) y construcción
Estos sectores son los básicos para que funcione cualquier organización urbanística, y por tanto deben funcionar según procesos automatizados, no conscientes. Serían el equivalente al aparato digestivo, digestivo o circulatorio de una persona o de cualquier ente vivo (como una ciudad).
Gobierno inteligente
Una Smart City empieza a cobrar sentido como tal cuando entra una nueva variable en juego, que es la gestión o Smart Governance. Es importante diferenciar “gestión” de “gobierno”, ya que las tecnologías Smart que sirven para mejorar la monitorización, análisis y reporte automático de procesos son aplicables a la gestión, que no al gobierno de una ciudad. Estas nuevas tecnologías son clave a la hora de tomar decisiones, ya que recolectan y digieren información de los ciudadanos para los ciudadanos, incrementando los índices de participación democrática en el gobierno de la ciudad. Esto se materializa en proyectos de escucha activa y bidireccional a través de Internet, tanto desde el gobierno hacia los ciudadanos– como la web Madrid Versión Original del Ayuntamiento de Madrid de Manuela Carmena (iniciativa no exenta de polémica)- como en el sentido contrario, de los ciudadanos a las instituciones (principalmente a través de Twitter y otras RRSS). Al menos, esta es la teoría, y el objetivo es lograr la transparencia y fomentar la Open Innovation.
Ciudades inteligentes y sostenibles… ¿como sus ciudadanos?
El objetivo de toda Smart City debe ser mejorar la calidad de vida de los ciudadanos a todos los niveles (personal, profesional, familiar), por lo que la tecnología no debe ser un fin en sí mismo, sino un medio para lograr la gestión eficiente de los recursos. En este sentido la colaboración de las personas es imprescindible: la formación en el uso correcto de los servicios de su ciudad (Just in Time Training), la conciencia de los costes asociados al mantenimiento de la misma y el respeto por los espacios públicos hará que el mantenimiento y mejora de las ciudades sea más sostenible y repartido entre todos.
Un ejemplo concreto de formación por y para los ciudadanos es el de Drivies, una app diseñada por Telefónica para una conducción más segura y limpia, que utiliza los sensores del Smartphone para detectar hábitos en la conducción y proponer mejoras a los usuarios. Utilizando la gamificación, la aplicación ofrece información para mejorar y hacer más segura la conducción de las personas, a la vez que premiará a los conductores más precavidos con potenciales ahorros en el seguro de su coche. El Internet de todas las Cosas (IoE) hace posible estas iniciativas que para ver la realidad necesitan, sin duda, de la implicación consciente de los ciudadanos.
Imagen de cabecera: proyecto «Smart City Perú». http://smartcityperu.blogspot.com.es/
Imagen de Drivies: https://www.esmartcity.es/articulos/drivies-una-app-para-una-conduccion-mas-segura-y-limpia