“Hacer es la mejor manera de decir”. José Martí.
El 17 de junio tuvo lugar en el Espacio de la Fundación Telefónica de Madrid la mesa redonda “¿Por qué lo llaman “transformación digital” cuando quieren decir “el futuro”?, un coloquio con algunos de los expertos que están impulsando y recorriendo este camino hacia el cambio.
La primera parte del debate intentó dar respuesta a la cuestión de qué hace a este fenómeno de la “transformación digital” distinto de otros muchos cambios que las personas, los profesionales y las empresas han sufrido anteriormente. Respecto a otras grandes fracturas históricas como la aparición de la imprenta, la revolución industrial, la popularización de los ordenadores o la aparición de internet, uno de los factores diferenciales de este cambio es su urgencia y el impacto que va a tener sobre los modelos económicos y empresariales tal y como se conciben actualmente. Es posible leer un completo resumen del coloquio y de los interesantes aspectos comentados en este link.
El debate nos suscitó muchas reflexiones. Las empresas jerárquicas y “nacidas en lo analógico” van a tener sin dudas más dificultades para cambiar (por su historia, por su estructura piramidal y por su concepción de las relaciones internas o con el consumidor/cliente), y no tanto por su voluntad para asumir dicha transformación, sino por la urgencia de la misma. Muchas personas y muchas empresas serán “prescindibles” en un futuro donde decir que “el cliente está en el centro de nuestra cadena de valor” será insuficiente a todas luces. No es que el foco esté en una excelente atención al cliente; es que el cliente, todos nosotros, seremos quienes dictemos las reglas del juego, caracterizándonos por una volatilidad de deseos y necesidades provocada precisamente por las empresas “ligeras” y puramente digitales.
En el proceso de transformación digital la tecnología será un ingrediente fundamental aunque no el único. Huyendo de pensamientos deterministas, la tecnología nace del hombre y para el hombre. Cada generación a lo largo de la historia ha tenido que gestionar el cambio que le tocó vivir, y no será ni más fácil ni menos despiadado en el futuro que se avecina. Por ello será urgente:
- Que las personas sean conscientes de lo que saben y de lo que no saben, y por tanto de lo necesitan aprender (tanto a nivel de conocimientos como de actitudes) Tendrán que adquirir y desarrollar las competencias digitales imprescindibles para vivir la transformación como motor, no como remolque. En palabras de Einstein, «No necesito saberlo todo. Tan sólo necesito saber dónde encontrar lo que me haga falta, cuando lo necesite».
- Que las empresas se reformulen y entrenen para estar a la altura en esta “carrera contra la máquina”, y que empujen desde la Dirección estratégica un modelo de cambio que permee en todas las capas de la organización, impactando no solo en procesos y herramientas, sino también en el eje personas. Para ello es imprescindible dar espacio (entendido como tiempo y recursos) para la innovación, para que los “exploradores” sean capaces de traer e impulsar el cambio a la organización, y que por otro lado los “gestores” lo capitalicen y rentabilicen, en un equilibrio ideal de “hits and savings”.
Se trata de que como personas y profesionales, como clientes y consumidores, como empresarios o trabajadores, incorporamos las variables digitales en nuestras decisiones para prepararnos y afrontar el futuro que ya está aquí.
Se atribuye a John Lennon la frase “la vida es eso que pasa mientras estás ocupado haciendo otros planes”. Del mismo modo, la transformación digital es eso que otros están viviendo de forma natural mientras muchas empresas se dedican a debatir sobre el mejor momento para empezar a hacerlo. In or out.